En estos días del año pasado, el 13 de junio, el ex ministro Jaime Mañalich dejó el ministerio de Salud tras haber liderado la crucial primera etapa del combate a la pandemia. Conocido por su fuerte carácter, revela que le costó convencer al Presidente de la gravedad de lo que se venía -cuando en Chile la violencia del estallido social acaparaba toda la agenda y casi nadie más le tomaba el peso al virus- sus diferencias con el Segundo Piso de La Moneda, con el Colegio Médico y las numerosas dificultades para enfrentar un fenómeno desconocido. También pronostica que habrá un invierno con muchos contagios y señala que el gobierno debe dar a conocer la cifra de hospitalizados y fallecidos pese a tener las dos vacunas, como lo hace Israel.
¿Cuándo le planteó su salida al Presidente?
La primera conversación fue a principios de mayo. Le dije que creía que estaba llegando al fin de mi periodo, que fuera pensando. Me dijo que no era el momento; insistí formalmente a finales de mayo, después el 7 de junio y ahí me dijo “deme unos días”. La última conversación fue el viernes 13 de junio. Ya Presidente, le dije, me voy, no puedo más y le sugerí que hablará con Enrique (Paris). Me contó que ya había hablado, que Enrique estaba dispuesto y que hiciéramos el cambio.
¿Cuándo se convenció que tenía que irse?
En mayo, porque independiente que los números iban para arriba, las bases para abordar el problema sanitario estaban puestas. Estábamos en la compra de respiradores, había Alerta Sanitaria, habíamos aumentando las camas intensivas, contratado personal, ya había un Estado de emergencia Constitucional aceptado por moros y cristianos con toque de queda, estábamos haciendo ya una cantidad de PCR en distintos laboratorios y en la negociación de las vacunas desde abril. Entonces, mi pega estaba completa y yo ya era mucho más un obstáculo que un facilitador de lo que seguía. Fue adecuada mi salida, porque la presión bajó inmediatamente, se tranquilizaron varios frentes, como con el Colegio Médico. A Enrique no le tocó lo que tocó a mi con la doctora Siches, por ejemplo.
¿Cómo define su relación con el Colegio Médico?
Los colegiados siguieron trabajando, no hicieron huelga, se sacaron la mugre; héroes. Pero la directiva del Colegio Médico vio una oportunidad política, sobre todo su presidenta, que quiso sacarle partido para levantarse cómo presidenciable. Después optó por dejar eso y esperar hasta la próxima y renovar su elección en el Colegio Médico. Pero el Colegio Médico fue bastante duro por este posicionamiento político que yo creo que es evidente. La entrevista que dio Izkia, por la que incluso después tuvo que pedir disculpas, muestra de cuerpo entero lo que ella busca.
¿Cuál fue su idea inicial de la gravedad de la pandemia?
Pensé que era un brote mucho más violento o parecido al SARS del 2003, un virus altamente contagioso y altamente mortal (10% de letalidad). En realidad es un primo hermano con menos letalidad (1%) pero muchísimo más contagioso. Entonces ahí se inicia la etapa en un momento político muy complicado porque convencer a la autoridades, al Presidente primero, a los otros ministros, al ministro de Hacienda, que viene una hecatombe sanitaria es una cuestión muy difícil.
¿Cuánto le costó convencer al Presidente?
Trabajamos intensamente tres semanas.
¿Qué le decía y que argumentaba?
La pregunta política de ese mes de enero, era si el Presidente iba pasar marzo, si el estallido violento lo iba botar o no. Esa era la conversación, mientras nosotros decíamos aquí viene un maremoto, va llegar a Chile en tal fecha, va a contagiar a mucha gente, va significar muertes. Yo diría que el 23 o 25 de enero, el Presidente Piñera dice vamos y generamos el plan de emergencia COVID, que incluye financiamiento extraordinario, para comprar cosas y contratar gente, la dictación de la alerta sanitaria la primera semana de febrero, cuando aquí no pasaba nada, montar toda la tecnología del PCR; o sea prepararse para una cuestión muy fuerte. En esos primeros meses dije que sería conveniente que se empiece a usar mascarillas en el Metro, la Universidad de Chile dice de donde salió esta cuestión, el Colegio Médico casi nos crucificó. Después dije en marzo que hacer el plebiscito de abril puede no ser viable, y pasa lo mismo.
Hay gente que piensa que sin la pandemia el Presidente podría haber caído.
Era una posibilidad que estaba en la mente de muchos, pero pienso que era improbable que eso ocurriera, creo que se habría llegado a un acuerdo. En la práctica ocurrió: pasamos de un presidencialismo puro a un parlamentarismo de facto.
Los enfrentamientos empezaron rápido con otros sectores.
Cuando empezamos los confinamientos en el sector oriente de Santiago, la situación desde el punto de vista social no tenía ningún problema, la gente se quedaba en su casa; pero cuando el brote se expandió a las zonas más vulnerables de la capital -fui a varios lugares- el hacinamiento era muy fuerte. Ahí se generó una discusión con el Segundo piso. Dije que las medidas de confinamiento debían ser acompañadas de al menos dos acciones. Primero, residencias sanitarias, sacar a estas personas y dejarlas en un hotel o donde fuera para que hicieran su cuarentena, se alimentaran y, segundo: ayuda económica directa. La respuesta fue, “vamos a montar las residencias sanitarias y el inicio de las cajas de ayuda de alimentos”. Yo ese día mandé un recado: “Esta cuestión no basta, el nivel de pobreza es de tal magnitud, no me había dado cuenta del nivel”. Eso generó rápidamente la ampliación de las residencias sanitarias y la primera discusión seria de ayuda directa a la gente más pobre, que no ha terminado y por lo cual el Presidente en su cuenta pública haciéndose eco de esa necesidad, pidió disculpas. Nos demoramos, es la verdad.
¿Tuvo alguna otra diferencia con el Segundo Piso de La Moneda?
La diferencia fundamental es que todo esfuerzo de normalizar tiene que ir acompañado de medidas sanitarias estrictísimas. Nunca estuve de acuerdo, por ejemplo, que una de las primeras medidas fuera suspender las clases. Pero me parecía -como se propuso en una minuta- que había que mantenerlas diferenciando los horarios, un grupo en la mañana otro en la tarde, en fin, hacer testeo de PCR sistemático a los profesores dos veces a la semana, para prevenir y aislar. La diferencia fundamental era qué se entendía por una nueva normalidad
¿El Segundo Piso la entendía cómo volver a la anterior?
Claro, que era cosa de abrir. En fin, fue un mal rato.
Una de las críticas que se le hicieron es que no compartía información y que no escuchaba.
La información no era mucha, había algunas estadísticas que se fueron puliendo con el tiempo. Creo que existía la ilusión de parte de personas como Eduardo Engel de que había más información. La información fue terriblemente escasa, a veces con 2 o 3 días de atraso. En ese sentido, la contribución más importante de Espacio Público para mí, fue poner ojo al exceso de fallecidos. Conversé con Engel y lo corregimos. Hoy día en Chile se informan en realidad todos los casos que son fallecidos cómo si fueran COVID. De hecho, el ministerio de salud tuvo que descontar 1100 casos hace un par de meses porque estaban informando muchos más casos de fallecidos de los atribuibles a Covid.
En Israel se da a conocer el número de contagiados, de internados en la UCI y de fallecidos pese a estar vacunados. Aquí se ha dicho que se va a hacer y no se hace. ¿Por qué?
En primer lugar, esa información existe. Están los Rut de personas vacunadas con una dosis o dos, el de las que se hospitalizan o se hacen examen salen positivo. No tengo una respuesta para esa pregunta que me parece óptima, y he estado impulsando que ocurra. Empezaron a informar que entre los hospitalizados en las UTI hay personas que sí tienen la vacuna.
Pero no se hace todos los días, sistemáticamente.
Es posible -estoy especulando- que haya habido cierta preocupación porque todavía la vacuna Coronavac (que la tienen 90% de los vacunados en Chile) no estaba aprobada por la OMS todavía y a lo mejor había cierto temor de que si se decía, mire entre los vacunados hay tantos fallecidos, hospitalizados en La UTI eso fuera utilizado para decir que la vacuna es muy débil.
¿Ahora hay que hacerlo?
De todas maneras, lo he aconsejado sistemáticamente y creo que es una información que existe y se puede explicar bien. Uno no le puede pedir a ninguna vacuna que sea 100% efectiva y es mucho mejor decirlo que no decirlo. Por lo demás, la vacuna Coronavac, que da cuenta del 90% de los inmunizados en Chile, ya fue aprobada por la OMS.
¿Qué decisiones cambiaría si pudiera volver atrás?
Habría cerrado las fronteras muy duro durante enero y febrero porque a nosotros el virus se nos metió desde Europa, no desde China. El primer caso que se documentó llegó de España. Evidentemente a los países que les fue mejor en esto fueron Corea del Sur y las islas porque es más fácil cierran las fronteras y el virus no llega y ahora están en la oportunidad de vacunar a su gente. La directriz de la OMS en este sentido fue tardía.
¿En cuánto tiempo podremos volver a una vida relativamente normal?
Si no aparecen mutaciones que evadan completamente la acción de las vacunas, cosa que yo creo poco probable, asumo que vamos a tener un invierno duro, con muchos contagios, con una reducción relativamente rápida de los fallecidos y los hospitalizados en unidad de tratamiento intensivo, por el efecto protector de la vacuna. Hacia nuestra primavera, septiembre, deberíamos tener una situación epidemiológica bastante satisfactoria, como la que tiene Israel, EEUU, pero con dos cuidados fundamentales.
¿Cuales?
Primero, la vigilancia epidemiológica, testeos frecuentes, testeos con antígenos a los que vuelven a clases, a los profesores, septiembre, octubre, mantener la vigilancia porque va a seguir habiendo brotes, en una ciudad o pueblo entonces la policía COVID no puede disminuir su pega, sino al contrario sobre todo el testeo. Yo creo que hay que cambiar el PCR por test de antígenos. Un test de antígenos significa resultado a la media hora. Si es negativo, no se preocupe pase. Lo segundo, dado la heterogeneidad de la vacunación en el mundo, yo creo que la vigilancia de fronteras va seguir siendo un mandato y para mí vigilancia de fronteras es en resumen que toda persona que ingrese de cualquier nacionalidad al territorio nacional por cualquier vía y provenga de un país donde hay más de 10 x 100.000 casos debe hacerse un test de antígenos de punto de entrada.